miércoles, 13 de abril de 2011

Bafici 2011 (Cuarta parte) A la edad de Ellen/At Ellen’s Age

Después de ver películas con cierta complejidad estética, donde incluso el más especializado se siente un poco consternado (lo que no es negativo desde ya), mirar una película protagonizada por una heroína posmoderna es un remanso. Es que A la edad de Ellen de Pía Marais es una suerte de Comer, rezar, amar pero en serio, en las antípodas del marketing turístico de la espiritualidad como la película hollywoodense.
Ellen (Jeanne Balibar) está fundamentalmente centrada en su trabajo hasta que descubre que su marido, al que “abandona” cada tanto porque trabaja de azafata, no solo tiene un affaire con otra mujer sino que la ha dejado embarazada. Ellen,  acostumbrada por su profesión a mantenerse en control, se sostiene de pie hasta que en un vuelo abandona el puesto de trabajo minutos antes de que el avión comience a carretear. A partir de allí, despido mediante, emprenderá un viaje no solo físico, sino filosófico.
Cierta vez, un hombre que había decido dedicarse a la vida espiritual y abandonar su vida mundana me dijo que en la vida uno se encuentra con quien se tiene que encontrar. No estoy en condiciones de afirmar, o refutar esa hipótesis, pero si estoy en condiciones de decir que nuestra heroína, en su búsqueda de sí misma, se encuentra con gente muy distinta de la que conocía: practicantes del sexo casual, y exhibicionista, defensores de los derechos de los animales, y “cazadores” de los cazadores furtivos.
La comunidad que más influencia ejerce sobre ella es la de los defensores de animales: Un grupo que interviene simbólica y fácticamente en el contexto, en situaciones que por momentos remiten a otro film alemán: Los edukadores. El grupo la inicia a una forma de vida diferente, y despierta en ella el deseo de entregarse a una causa social. Y a pesar de tratarse de una ficción, la realizadora describe a estos vegetarianos combativos con un sesgo documental: sin perder el respeto, pero sin caer en la condescendencia. O el cinismo, o el panfleto.
A la Edad de Ellen quizás no quede en los anaqueles de las películas que por su estética revolucionaron el cine en el S.XXI. - la estructura es conocida dentro del cine independiente: cámara al hombro, seguimiento de un personaje, final abierto – pero su libertad temática y formal, su energía (son notables la cantidad de desplazamientos) hacen que, como su protagonista, sea difícil de encasillar. Y esa es su mejor virtud.


No hay comentarios:

Publicar un comentario