lunes, 13 de febrero de 2012

Entrevista Juan José Campanella

Esta entrevista la realicé antes de que Juan José Campanella ganará el Oscar por El Secreto de sus Ojos. Fue originariamente publicada en el número de agosto del 2009 en la revista Caras y Caretas. Me pareció interesante, en el "mes" de los Oscar, traer al blog a uno de sus ganadores latinoamericanos para conocerlo un poco más allá de ese suceso.

L.C: ¿Cómo y cuándo empezó a interesarse por el cine?


J.J.C: De chico. Yo era el que trataba de convencer al grupo de amigos, con éxito a veces, de que no fuéramos a jugar a la pelota sino al cine. La década del ’60 se caracterizaba por los cines de barrio. En Vicente López, por ejemplo, el Roxy cambiaba su programación todos los días y proyectaba películas muy buenas. A mis 12 años yo ya habría visto 5000 películas en pantalla grande. Ya en la secundaria intenté convencer a mis compañeros de que en vez de ir al viaje de egresados hiciéramos una película en Super 8. Yo había visto la reposición de Cantando bajo la lluvia y quedado conmocionado. Por esa época, como no existía el video, se reponían las películas en sus aniversarios. También me compré un libro que se llamaba “Así se hace cine” de Tony Rose; armé un guión y se los mostré a mis compañeros, pero esta vez no los convencí.


L.C: Después ¿estudió cine?


J.J.C: En ese entonces había 3 escuelas de cine: la del INCAA, Avellaneda, y el Grupo de Profesionales del Cine que funcionaba en la Escuela Panamericana. Allí un gran profesor para mí fue Manlio Pereyra (homenajeado en El mismo amor, la misma lluvia), y una gran profesora, que me acompaña hasta hoy, Aída Bortnick. Después estudié en la Escuela de Cine de Avellaneda donde otro gran referente fue José Martínez Suárez. Empecé pensando en un hobby, pero al tiempo me di cuenta que era cine lo que quería hacer.


L.C: Usted vivió y trabajó en los Estados Unidos. ¿Nos quiere contar cómo llegó allá?

J.J.C: Corría el ’82 y estaba haciendo una obra de teatro llamada Off Corrientes con Fernando Castets. A la obra le iba bien, pero sentía que había alcanzado un techo. Me acuerdo que un crítico dijo algo así como: “Esta obra no pertenece a la Argentina sino a los sótanos de los teatros neoyorquinos”. Lo dijo como crítica, pero yo le di la razón y decidí irme a donde hacían el cine que a mí me gustaba.

L.C: ¿Y cómo le fue?

J.J.C: Empecé otra etapa. Primero estudié en la Universidad de Nueva York (NYU): Ingresé entre 50 de 1500. Estuve 4 años y fui asistente de cátedra de montaje. Mi película de tesis, El Contorsionista, ganó el premio de un festival de cortos muy importante. La vio mucha gente y empecé a relacionarme con la industria. Primero filmé clips de karaoke y terminé realizando el video de Rod Stewart Downtown Train. A partir de allí me contactaron para filmar mi primer largo: El niño que gritó puta. A la película no le fue bien, pero fue respetada. Por eso a partir del ’92 me contrataron en HBO para dirigir y gané unos cuantos Emmy.  Mientras tanto, trataba de hacer mi segunda película que con un fracaso a cuestas no fue fácil. Por suerte conocí a Ricardo Freixá y él me ayudó. Después de 2 años de negociaciones con SONY, y sufrimiento, logró que se hiciera la película Ni el tiro del final sobre la novela de José Pablo Feinmann, tampoco le fue del todo bien. Cuando decidí filmar El mismo amor la misma lluvia, me di cuenta que mi lugar era la Argentina.

L.C: ¿Qué busca con sus películas?

J.J.C: Busco hacer lo que me gustaría ver. Mis directores favoritos son Ernst Lubitsch, Frank Capra y Billy Wilder. Para mí el cine tiene que ver con la comunicación, a mi me gusta que la gente vaya al cine y sea una experiencia de vida. Me gusta que la gente no se olvide de mis películas, con quién la vio, dónde estaba. Siempre hay algo de autorreferencialidad en las películas, pero hacer una película para hablar de mí no me parece. Si yo quiero hablar de mis cosas busco a un amigo y le pago un café. No me parecería bien que un espectador pague 20 pesos para ver cosas mías. 


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