sábado, 5 de abril de 2014

Bafici 2014/El Congreso/cortos Jorge Lenth

La película de Folman, el mismo realizador de Vals con Bashir, en su prólogo parece de Abel Ferrara: en un mega studio, Miramount Studios, el ejecutivo de la Compañía le ofrece a Robin Wright (la actriz usa su propio nombre) scannearla por una cifra millonaria para que sea una de las estrellas animadas del lugar. En la conversación está presente Al, su representante, que está interpretado por el mítico actor Harvey Keitel. Robin tiene dos hijos: Aaron y Sarah, juntos viven en un angar reciclado al lado de un aeropuerto. Poco a poco nos enteramos que el hijo de Robin padece una extraña enfermedad que probablemente lo dejará ciego y sordo.


La corporación (ya sea esta un estado o una organización privada) como un usurpador que se mete en la vida de las personas hasta el punto de sacarles la sangre, y el alma, es un tema ferrariano que está presente tanto en New Rose Hotel, como en la versión de Los usurpadores de Cuerpos. La presencia de Keitel hace también un guiño a una obra que tiene menos adeptos de los que merece. Pero súbitamente este mundo oscuro e inquietante (donde incluso maltratan a Robin por no haber elegido bien sus papeles y donde la belleza y la juventud son valores supremos), aparentemente futurista – y digo aparentemente porque no hay nada en la puesta en escena que nos indique que no estamos en el presente -se transforma en una mega película de animación, construida como si fuera una caja china y donde las imágenes nos trasladan de un mundo a otro, en el interior de la mente de los personajes.

En ese sentido, es una película que le exige al espectador que pueda cambiar sus percepciones narrativas y pase de un formato a otro a otro: El primero conocido, cercano a una estética realista – insisto: aún cuando transcurra en un hipotético futuro- y el segundo menos conocido, surrealista, donde las coordenadas no son tanto de espacio y tiempo, sino más bien de asociación libre y cada uno ve e interpreta lo que quiere – la historia de Wright en el mundo animado es débil-. La asociación libre probablemente también haya sido la manera en la cual los animadores crearon el universo de “El Congreso”  donde conviven símbolos religiosos que van desde Ganesha hasta Jesucristo.

El Congreso no es una película para entender siguiendo una trama sino dejándose arrastrar por las imágenes y ciertas coordenadas que no respetan las mismas que tenemos en el mundo cotidiano. Y fue una muy buena elección para abrir la 16 edición del Bafici que trata, justamente, de conectarse con mundos estéticos disímiles.

Hagamos un salto poco probable y conectemos los cortos de Jorge Lenth con esta película. El director danés – conocido por haber sido retado por el controversial Lars Von Trier a rehacer uno de sus cortos más famosos (El hombre Perfecto) en el film Las 5 obstrucciones – filmó en la década del ’60 a distintos deportistas: tenistas, campeones de ping- pong, profesionales y aficionados a la pelota en mano – un deporte del país Vasco.

Siguiendo la línea de El hombre perfecto donde Lenth observa a un hombre en distintas rutinas cotidianas, aquí detiene su cámara en los deportistas y sus movimientos y repeticiones. El corto de los campeones de ping- pong parece, justamente, un scanneo de los movimientos de los deportistas que lo practican. Es aquí no hay prácticamente trama a propósito de los sentimientos de los ganadores o perderos sino que el film se limita a seguir los movimientos de sus piernas. Y en la repetición capta el movimiento en su faceta más mecánica, abstrayéndolo de la figuración, o la personificación del que lo está realizado.

El cortometraje enfocando en la pelota a mano, es distinto. Aquí Lenth sí reflexiona sobre como este deporte es también una cuestión social, dador de identidad para aquellos que lo practican, y de comunicación entre generaciones. Puesto en su contexto social, el deporte trasciende lo meramente deportivo y es una muestra de una idiosincrasia. En este sentido, casi que hay un corto dentro de otro porque el proceso de hacer la pelota vasca es tan esmerado como practicar el deporte mismo. Paea los que les interesa el deporte en su faceta antropológica Lenth es bien interesante. 




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