viernes, 27 de febrero de 2015

Al cine con amor/Life Itself

El título original del documental estrenado recientemente en la Argentina (Al cine con amor de Steve james) sobre la vida del crítico de cine norteamericano Roger Ebert,  fallecido hace casi dos años,  es Life Itself, the only thing Roger loved more tan movies (algo así como La vida misma, lo que Roger amaba más que las películas). Este título es más fiel a un tema central en el documental: la coda y la lucha por la vida del crítico transcurrida en condiciones físicas muy adversas. Por eso, si uno se guía por el título de la Argentina Por amor a las películas, quizás se sienta un poco sorprendido, o incómodo en la butaca, al ver ni bien comienza el film a Roger en su estado y la rutina a la que se tenía que someterse para darle un poco más de tiempo a su cuerpo.


Si bien estas escenas no son mayoritarias son tan impactantes y dolorosas (casi con un sesgo de reality show) que un poco dificultan la comprensión, o el acceso a la otra información: el lugar que Roger Ebert ocupó en su país como crítico de cine y todo el material de archivo que despliega el documental para describirlo. En este sentido, podríamos decir que Al cine con amor tiene dos partes: la parte donde a través del citado material y testimonios describe a Roger en toda su prolífica carrera (se desempeñó como periodista, editor, escritor, guionista y crítico de cine - obtuvo un Premio Pulitzer por esto-) y su vida como enfermo, esposo de Chez y abuelo.

¿Quién fue Roger como crítico? Un crítico que, como escritor, se dedicó a escribir sobre una parte importante de las películas producidas en el seno de Hollywood en momentos donde grandes directores como Coppola, Scorsese, entregaban al mundo sus obras cumbres. La ligazón entre este último y Roger es fuerte, muy fuerte Marty figura como productor ejecutivo: es que fue Roger quien, en el Chicago Sun-Times (el periódico al que no abandonó nunca) le predijo a Martin después de ver su ópera prima filmada en etapas ¿Quién golpea a mi puerta? un futuro como uno de los mejores directores norteamericanos.

Sin embargo, la popularidad, y para algunos su faceta más controversial, vendría de la mano del programa de televisión que conducía con Gene Siskel llamado Sneak previews, primero y At the movies, luego. Este programa exhibido por la televisión pública de Chicago, logró colarse en emisoras de Los Ángeles y Nueva York. La verdad es que no era auténticamente un programa de cine, era más bien un talk show cinéfilo  donde dos enemigos íntimos daban sus puntos de vista sobre las películas. El material con el que ilustra la película las grabaciones es realmente magnífico y le aporta humor a un film difícil de ver en la otra parte.

Roger Ebert no fue exactamente un crítico de cine devoto de las cinematografías distantes. Su “objeto de estudio” fue generalmente el cine norteamericano producido en los estudios, sin embargo también fue difusor y promotor de otros trabajos. A la distancia uno podría, valga la redundancia, criticar a Roger por su poco interés en otro tipo de cine, pero su voz y su labor, su activismo, fue importante también porque logró que las películas sean tema de diálogo y no evitó meterse de lleno con las películas producidas en su país. Sus interlocutores no eran sus pares, sus interlocutores eran los espectadores norteamericanos.

A pesar de no tener una formación en cine, tenía una fibra interior para entender al cine que se producía fuera de Hollywood y era valioso: Es interesante al respecto el párrafo que toma el documental cuando Roger describe a la película de Bergman Detrás de un vidrio oscuro, como una película que no entendió pero que aún así le pareció atrapante. Seguramente, Roger se equivocó otras veces, esas partes no las toma el film. Roger refleja una voz, o una medida, del pensamiento de un norteamericano no atado a lo académico, ni a la intelectualidad más exquisita. Por hacer jugar un contrapunto: Pauline Kael o Andrew Sarris, a pesar de sus diferencias, eran mucho más sofisticados en su pensamiento que Roger.


Insisto, la película es mayoritariamente un homenaje pero tiene algún que otro testimonio que cuestiona la labor de Roger como crítico. Uno de ellos, es el de otro crítico, también con sede en Chicago que escribió muchos años para el Reader, Jonathan Rosenbaum. Los que alguna vez lo entrevistamos y leímos sus textos, sabemos que la misión de este último es justamente escribir sobre las películas que se producen fuera de la Industria de Hollywood. Su objeto de estudio, su mirada sobre el cine y su trayectoria es, en alguna medida, contraria a la Roger. Jonathan juega el papel del “villano” de la película. Aún cuando podríamos decir que es el “santo” de cineastas de otras latitudes.

Con el tiempo, Roger fue una celebridad. En este punto ocupó como crítico un lugar extraño que él se ocupó de alimentar con sus apariciones públicas y sus comportamientos, a veces, “extraños”. Fue testigo del inicio de la carrera de grandes directores y su magnífico devenir. Escribió libros, animó veladas cinéfilas y lo más importante fue reconocido en su tierra. Eso es lo que más llama la atención y es un aspecto para valorar de Estados Unidos como país: el reconocimiento a la producción. Bueno, de hecho, uno de los más grandes directores de cine norteamericanos de todos los tiempos, le produce una película en su honor.

Al cine con amor, con sus luces y sus sombras, es una película interesante para ver no solo para los cinéfilos sino para aquellos que estamos interesados en la vasta, ecléctica e inabarcable cultura popular norteamericana.



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