viernes, 5 de junio de 2015

Abzurdah, de Daniela Goggi por Lorena Cancela

Hay varias cosas que decir como prólogo al comentario sobre Abzurdah, la película. La más importante es que está basada en la historia de Cielo Latini una adolescente que atravesó la traumática experiencia de la bulimia y la anorexia y pudo hacerla historia, pudo hacerla relato unos años después. Desde ese lugar, la figura de Cielo es para admirar: seguramente no fue fácil escribir y al hacerlo revivir una experiencia personal  extrema.



Por otro lado, está el tema de la celebridad de la protagonista de esta historia llevada a la pantalla grande: Eugenia Suárez. Digo celebridad porque vi esta semana que fue portada de varias revistas de espectáculos donde, al menos así lo especifica un recuadro, cuenta su relación con el cantante español David Bisbal. No leí la nota, solo me detuve a mirar la tapa para ver cómo era Eugenia como actriz, o ícono si se quiere, y percibí una persona contenta. Este comentario tiene sentido, al menos para mí, para explicar que desconozco otros trabajos de Eugenia dado que llegué tarde, o temprano (depende como se lo mire) a los productos de la factoría de Cris Morena de donde, tengo entendido, Eugenia emergió.

Cuando la vi en la película me sorprendió gratamente: su trabajo es preciso, detallista, sutil, si es que cabe la palabra para referirse a acciones que son más bien violentas. Lo interesante es que compone a Cielo desde un lugar anti Actor´s studio en el sentido que no se fusiona del todo con ella sino que la hace moverse teniendo un punto de vista sobre ella. Eso le permite ir de la altanería y la soberbia a la desesperación, del capricho a la manipulación de una manera fluida. Supe que tuvo como coach (se utiliza esta rara palabra ahora) a Andrea Garrote, una actriz con mucho teatro atrás.

Todos los actores están excelentes (Esteban Lamothe, Rafael Spregelburd, Gloría Carrá) en sus papeles aún cuando sean secundarios porque la acción gira en torno a Cielo. Pero, tampoco es del todo pertinente en este caso caer en el hecho de mirar solo el trabajo actoral porque creo que estamos frente a una historia contundente, que es interesante que se instale en la agenda para pensar algunas cosas.

En este punto quiero de entrada exponer un disenso con respecto al slogan promocional del film: “A veces el amor duele.” La verdad es que el amor no debería doler, al contrario, debería ser algo gozoso. Es verdad que no siempre podemos los seres humanos lograr esta máxima, pero el amor no debería doler. En ninguna etapa. Hay que mitigar un poco el efecto comercial de “Las 50 sombras de Grey” tratándose de temas tan delicados.

Aquí adjunto el trailer para los que no lo vieron:


La historia de Cielo, de la película, es fundamentalmente la historia de una adolescente de “clase media alta”, según se define, que se enamora de un hombre más grande que ella. Y se enamora, digamos, demasiado hasta traspasar varios límites, incluso los de su propia supervivencia. Algo de Cielo se activa y se empieza a manifestar como síntoma cuando este hombre, Alejo, le pone distancia. Este hombre Alejo es un poco raro como personaje en el sentido que no termina de entenderse si es un perverso, un colgado, un manipulador, o un “piola”, un tipo que solo busca satisfacer con una chica más joven sus impulsos sexuales y poco le importa esta como persona.

De todas maneras, los padres no se llevan una mejor parte, sobre todo, la madre. La mamá de Cielo (Gloría Carrá) es una persona fría, estricta, y con poca intuición para entender lo que le pasa a la hija. En este contexto, no es raro que el padre (Rafael) tenga un rol más blando, más contenedor. Sin embargo, hay un momento realmente emocionante cuando esta pareja se une para ayudar a su hija. Una hija que tiempo atrás les había pedido ayuda cuando les imploraba ir a un psicólogo.

El asunto del psicólogo me parece central porque incluso desdice el  citado slogan. El conflicto de Cielo no viene solo por su vínculo poco gratificante con Alejo, viene de antes. Creo que leer la película como que Cielo atravesó lo que atravesó solo porque un hombre jodido se le cruzó en la vida es un poco simplista. Hay contextos, influencia de los medios de comunicación, problemas de incomunicación, una infinidad de factores que hacen que la autoestima de un ser humano, y de una adolescente, se socave.

Desde ya, la adolescencia es una etapa especial, donde se acentúan muchas cosas, donde crece el espejismo de “no puedo vivir sin esta persona que es todo”. Quizás, sobre todo a las mujeres, deberían leernos menos cuentos románticos. Insinuar “a veces el amor duele”, y sobre todo a la luz de los hechos en la Argentina, no está bueno. Creo que en vez de adelantar, y lo digo con todo respeto (sin ánimo de ser una predicadora hipócrita) atrasa. Nos conduce e eso de cargar con la cruz, de soportar el sufrimiento solos, sin ayuda, porque así es la vida, una idea todavía muy arraigada.  

Yendo a lo estrictamente cinematográfico la película técnicamente está muy bien. No es la primera vez que el cine argentino demuestra el crecimiento en este punto, aunque sí es una de las pocas veces que el cine local contemporáneo elige trasponer un libro de un autor local joven. Eso es auspicioso. Después está el modo de la película, el cómo contar los hechos: Daniela Goggi, la directora, elige un camino acertado fusionando dos géneros: el de la película teen, al comienzo, y el de la película de terror de la mitad hacia el final (sobre todo en el uso que hace del sonido y algunos contrapicados).


En síntesis, Abzurdah es una película argentina muy interesante de ver y debatir…

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