martes, 17 de abril de 2018

20 Bafici: Expiación y Las Hijas del Fuego



20 Bafici: Fuerte Competencia Argentina

Si algo quizás distingue a este Bafici es la fortaleza de la Competencia Argentina: en ella se han dado cita realizadores con un amplio recorrido detrás algunos de ellos ya premiados en otras ediciones del festival. Raúl Perrone, Albertina Carri, Sergio Wolf, Inés de Oliveira Cézar participan de esta sección con trabajos realmente disímiles. Abajo una reflexión sobre dos de estos films.


 Seguramente la más polémica de esta sección sea "Las Hijas del fuego' de Albertina Carri (Los Rubios) que entrecruza géneros como la road movie, la película de iniciación, el film ensayo, el cine dentro del cine y el porno. Sin embargo en muchos aspectos le debe más a la performance que a la ficción en sí pues mientras esta última es un como sí, la performance es un sí. Y ese sí, aquí con acento en el acto sexual, toma variados ribetes y termina siendo una suerte de muestrario de las formas en que se puede practicar el sexo: por amor, en grupos, con objetos, con conocidas, desconocidas, de forma tierna o masoquista, con uno mismo. Una pareja de mujeres encara un viaje hacia la ciudad natal de una de ellas y en el camino (que interesantemente es de sur a norte) se encuentra con otras mujeres que aportan y suman sus visiones del mundo. Los diálogos giran en torno al machismo y el patriarcado del mundo exterior. Incluso en un momento, y casi como si la película se transformara en una historieta, el grupo de mujeres oficia de salvadores de una mujer en situación de opresión.
 Aparte del contenido de lo que se dice, lo interesante del caso también es el riesgo que toma la realizadora al filmar con tanta verdad el acto sexual. Lo que conlleva a revalorizar el rodaje como acto en sí, no creo que haya utilizado imágenes construidas digitalmente.
Y así lo que aparecen son las lenguas (en un sentido semiótico y literal) de los cuerpos. Cuerpos fogosos, de todas formas y colores. O sea, ellos mismos también expresando sus propias formas de hablar. Hay guiños serios en el film (el que más me llegó es el de la Esto referencia a Lucrecia Martel) pero también por momentos el film tiene algo bizarro. Porque el sexo tiene a veces algo ridículo.
La voz de Analia Couceyro, que también colaboró con Carri en "Los Rubios", suma poesía a lo performativo y muta al film en ensayo como ocurría en “Los Rubios”. Una película donde el sexo no es síntoma (como en "La Noche" de Castro) sino que es gozo desenfrenado, juego ardiente excepto cuando la repetición acerca el alegato a un film porno con todas las letras. Todas las actrices (algunas de ellas no profesionales) merecen un aplauso de pie por dejarse llevar frente a una cámara por esta propuesta.



En las antípodas en cuanto a modo de realización del film se encuentra la película “Expiación” del prolífico e incansable cineasta de Ituzaingó (aunque a estas alturas lo compartimos con el mundo) Raúl Perrone. Y digo en las antípodas no porque no muestra escenas de sexo sino porque hay una forma de pensar y de encarar el armado del film que poco tiene que ver con “La hijas del fuego”. Porque mientras que Carri necesita y va sobre los cuerpos extra- filmícos para armar su relato dando prioridad al rodaje, Perrone construye un film con un fuerte trabajo de post- producción, de elaboración de la imagen (un diseño de imagen que firma él mismo) y con un diseño de sonido que cobra fuerte protagonismo durante todo el film.
"Expiación" apabulla, en un buen sentido. En cada plano hay tanta información diseminada por los distintos canales comunicativos (el sonido, el encuadre, los objetos, los actores) que en cuanto se llega a construir una información lineal, esta es interrumpida por otra información. Sería difícil describir el film apelando a la tradicional sinopsis del tipo: “en una casa se encuentran un grupo de personas y tal y cual cosa” porque la película es como un hipertexto sobre el que se abren capas y capas de sentido. Sí, hay un grupo de personas en un espacio común (¿es realmente la casa de alguno?) pero incluso esos personajes cambian su estatuto: no hay indicaciones claras de quiénes son los padres y quiénes los hijos, cuáles son los lazos que los unen si es que estos existen. Lo que sí, lo que es “real” (y lo digo casi en un sentido demoníaco) es el discurso del Presidente de facto Rafael Videla. Esa presencia audiovisual ancla y da forma al contexto  opresivo y caótico que se vive en el espacio de la casa. El film, evita los tradicionales íconos (los falcon verde, los uniformes, las armas) y se construye más por metáforas y símbolos (como el bigote de uno de los que están en la casa) que por referencias literales.
Si bien “Expiación” es heredera de la búsqueda visual y experimental que viene transitando Raúl Perrone, buscando superarse cada vez, desde “Pendejos” en adelante también le debe, seguramente inconcientemente, al teatro absurdo de la argentina Griselda Gambaro y/o a un pequeño grupo de cine argentino conocido como el Grupo de los 5 que transitó búsquedas estéticas narrativas divergentes para dar cuenta de lo dictatorial.  O como sostuvo el mismo cineasta en la presentación de la película en el Bafici: es su vivencia personal del período más oscuro del país.


sábado, 14 de abril de 2018

20 Baficis



Bafici 20. Diario íntimo para que lo vea el que quiera.

Llega un momento en que la necesidad de decir algo sobre las películas se debe más a cuestiones ligadas con un inventario memorístico que a la inocente creencia (sostenida por muchas colegas) de que uno estaría haciendo algo por el cine: el cine no difundido, el cine que se ve en los festivales, ese cine que los sanmaritanos programadores te acercan a vos, como si fuesen médiums, seres con una sensibilidad tal para descubrir aquello que vos humilde espectador atrapado en tu casa no podés dejar de ver.

Lo cierto es que  ese discurso romántico (que un poco ha atravesado al Bafici desde sus inicios) se actualiza en cada nueva edición pero también uno va cayendo en la cuenta de que esa sensibilidad, y ya lo dijeron los dadaístas, no deja de estar atravesada (conciente o inconcientemente) de intereses, asociaciones, figuritas de intercambio. ¿Eso está mal? No necesariamente. Ya lo dijo Bourdie, existe un campo intelectual y en medio de ese conglomerado simbólico todos queremos, eventualmente algunos, permanentemente otros, ocupar el centro. 

Esta edición del Bafici que recién comienza me ha llevado a pensar algunas cosas. No solo del festival sino de mi persona con relación al festival. Voy al Bafici desde su primera edición. Por ese entonces con mi credencial de estudiante rogaba en las filas de rush de entonces que me dejaran pasar porque no quería, yo sentía que no podía, perderme tal o cual film. Sentía el mismo fervor por todas las películas, terminaran a la que hora que terminaran. Eso implicaba que muchas veces regresara a mi Ituzaingó de residencia en tren y muchas veces en “lujanera”, un transporte que iba de Once a Luján y que ya no existe.

En ese “camino” me cruce gente alucinante, que me formaron, con las que entablé relaciones, y con los cuales compartí la misma pasión. Lamentablemente, algunos de ellos ya no frecuentan el festival. A veces me pasa que siento que el evento se ha vuelto un poco frío. Uno llega a la oficina de prensa y se encuentra con una persona que no sonríe ni por casualidad y que en vez de atender al “periodista” atiende su teléfono. A mi hasta me dio miedo: tenía cara de “muy pocos amigos”. Algunas dirán que estoy un poco mimosa, y otros que son los tiempos que corren, pero… Por suerte, y como para balancear, la personas del área profesional son cálidas y amorosas. “Quién dijo que todo está perdido?”

(Blue my mind)

En estos primeros días he visto algunas buenas películas. La que más me ha impactado ha sido “Blue my Mind” de la suiza Lisa Brülhmann. Aquí estamos frente un film potente, intenso, excelentemente filmado. Una película de adolescentes pero que muta en un film fantástico sin irse de un registro, digamos, verosímil al film de teens en riesgo. La película describe también como el estado de bienestar no puede contener a adolescentes que están totalmente desconectados de sus padres y que estos, a su vez, no tienen ni la menor idea de hacia donde va, o está, la su cabeza de sus hijos. Yo le daría un premio a esta mujer que también es actriz y ha filmado su primera ópera prima.

Lo curioso es que esta película forma parte de la misma competencia que “1048 Lunes” de Charlotte Serrand (quien también integra el jurado de Vanguardia y género) y que, a simple vista, es una película menor. Con ·menor” no quiero decir que está mal, o juzgarla negativamente, o destruir a su realizadora que parecía muy simpática. Quiero decir que no se entiende cómo es que dos películas así forman parte de la misma competencia. Lamentablemente, a uno le adviene la pregunta ¿será porque Charlotte trabajó con Albert Serra? Eso dice el catálogo en su primera línea: “Charlotte Serrand fue colaboradora de Albert Serra en sus últimos proyectos”. Pero entonces ¿qué? ¿Hay un linaje en el cine “independiente”? Como hay un linaje en la televisión local. 

Me parece que presentar a una señorita realizadora joven como diciendo que trabajó con un cineasta que algunos consideran muy importante no es lo mejor. Para la realizadora misma, pienso. Me extraña… porque quien firma esa sentencia es un buen profesional.

Aluciné con “The green fog” de Guy Maddin. En la universidad uno de los “juegos” que tenía con el Profesor de Estética del Cine era adivinar las películas de acuerdo con los fragmentos que él pasaba. Y esta película, que de alguna manera refiere a “Vértigo” de Hitchcock y está compuesta por material encontrado, es ideal para que vuelva a ese juego adivinatorio. Aparte es graciosa porque los fragmentos fuera de su contexto significan de otra manera. Todavía recuerdo uno de los Baficis donde Maddin presentó esa suerte de instalación en la que Geraldine Chaplin recitaba. ¡My God! 

“Sandro, la película” va por el mismo camino. Es una película hecha con fragmentos de otros films (incluso algunos firmados por el mismo Sandro) y distintos audios. Y cumple con su cometido de contar la historia de Roberto Sánchez luego devenido en Sandro y más luego en Sandro de América. Hay que hacer fuerza para que la película cuando llegue a su estreno convoque público en las salas. Se lo merece.
¿Qué mas? Bueno, hay otras películas, pero mejor las dejo para otro post.

viernes, 23 de febrero de 2018

La forma del agua: El pasado está a la vuelta de la esquina


El Pasado a la vuelta de la esquina

Quizás una característica de la filmografía del mexicano Guillermo del Toro sea ese límite impreciso entre el relato histórico y la fantasía. Una característica que, por otro lado, define  a distintas películas de nuestra época, esa mezcla entre realidad y ficción, entre datos objetivos de hechos que ocurrieron y otros que forman parte de la imaginación. Ya lo había experimentado en “El laberinto del Fauno” (2006). Pero ¿qué distingue a Del Toro del resto de películas así como, por dar un ejemplo, “El Gran Dinosaurio” donde también se mezclan datos de la ciencia dura con el hecho de que los hombres y los dinosaurios conviven? Que Del Toro no busca un relato hiperrealista sino fantasioso. No busca una impresión de realidad en sus relatos sino verosimilitud, coherencia entre los elementos de la puesta en escena para que el espectador ingrese en su propuesta.

“La forma del agua” podría transcurrir en el período de posguerra. Podría ser una alegoría de los fascismos (y funciona así también en ciertos niveles) pero es sobre todo una película sobre el amor. No solo sobre el amor carnal, genital (quizás el punto más discutible de este film) sino sobre el amor como el reconocimiento de otro. Otro que no comparte nuestras características genéticas, ni contextuales pero con el cual, sin embargo, nos podemos comunicar. Y con el cual podemos entablar una relación de amor. Toda una proclama en tiempos donde el narcisismo parece ser la única vía de conexión entre los seres. Y sino recordemos el final "La la land".


Eliza Esposito (Sally Hawkins) trabaja en un laboratorio donde un ser anfibio está siendo investigado y abusado por Strickland (Michael Shannon). Asimismo un científico, suerte de espía con doble identidad llamado en realidad Dimitris (Michael Stulhbarg) vela por la seguridad del hallazgo. Mientras tanto, Eliza y Zelda (Octavia Spencer) limpian el lugar donde el Ser anfibio está reclutado. Como decía, hay rasgos que se podrían asimilar a la guerra fría entre Estados Unidos y Rusia y también a los experimentos de Menguele durante la 2GM. Y sin embargo, los elementos contextuales adquieren vuelo propio, se resignifican en un contexto de coherencia interna a la película.

A medida que Eliza limpia el laboratorio entabla una relación con este ser que demuestra rasgos violentos pero que también puede ser muy dulce. Y la relación crece y con ella la comunicación. Una comunicación que está atravesada por parámetros distintos a los de los humanos y que Eliza (incapacitada de hablar) puede comprender. Así, lo que comienza como una amistad termina mutando en un romance con sexo incluido. Esta última parte, no por la consumación del sexo mismo, es a mi criterio la menos interesante del film. ¿Por qué? Porque el ser termina comportándose (de acuerdo con los gestos de la misma Eliza y la respuesta de su amiga Zelda en lo que además es el diálogo más bizarro del film) como un hombre heterosexual con falo. Así, lo que era un canto a la diversidad, ancla en un estereotipo.

Por lo demás, el film tiene momentos subyugantes. El elemento agua que de por sí es amorfo, envolvente, recorre un film nostálgico, anclado en el pasado, quizás como añoranza del útero. De hecho, una de las frases del film es “el tiempo es el río que fluye del pasado” como si nuestro presente estuviera condicionado por lo que pasó antes. Como si lo que pasó antes estuviera a la vuelta de la esquina, como si el tiempo lineal realmente no existiera. Como si ir para adelante fuera una afrenta contra lo verdadero. Hay otra frase en el film: "La vida es el fracaso de todos los planes."

En esa añoranza del pasado, Del Toro también se las ingenia para hablar del cine. De ese cine que se nos escabulle de las manos, el de la sala cinematográfica. Su film es por tanto un homenaje también a la cinefilia, al amor por el cine (el de la iluminación pública en la sala cinematográfica).